La fianza en un alquiler es un importe económico que se da al propietario en concepto de garantía. Su objetivo es la de cubrir posibles daños que el inmueble pueda sufrir por parte del inquilino, pero también para cubrir posibles deudas al finalizar el contrato.
Es importante destacar que la fianza siempre debe ser usada por el propietario como un depósito, es decir, nunca podrá usar ese dinero si no es para reparar daños o para recuperar cuotas impagadas. Y es que en caso de que al acabar el contrato de alquiler todo esté correcto, esa fianza deberá ser devuelta al inquilino.
Una de las razones más comunes por las cuales un arrendador decide no devolver la fianza es que durante el alquiler se hayan ocasionado desperfectos importantes en la vivienda. Estos pueden incluir la rotura de elementos estructurales como ventanas o puertas, así como daños en las superficies, como marcas, manchas o agujeros en las paredes. Asimismo, si los electrodomésticos que formaban parte del inventario inicial resultan averiados, o si el suelo presenta daños considerables, como manchas persistentes o rayones profundos en su superficie, también es posible que el propietario retenga la fianza para cubrir las reparaciones.
El arrendador tiene la posibilidad de usar el depósito de seguridad con el fin de subsanar estos desperfectos, siempre y cuando no se trate de un desgaste habitual de la vivienda. Por ejemplo, es comprensible que las paredes necesiten una mano de pintura tras un largo tiempo de uso, pero no sería razonable que el arrendador utilice la fianza para reparar grandes agujeros provocados por un mal manejo o accidente. En este tipo de situaciones, el depósito se utiliza para restaurar la propiedad a su condición inicial, cubriendo los costos de reparación necesarios.
Otro de los principales motivos por los que un propietario puede no dar la fianza al inquilino es cuando quedan cuotas impagadas del alquiler. Esas cuotas se podrán financiar en parte con la fianza pagada en el momento de hacer realidad el contrato de alquiler.
Pero no solo se puede usar el dinero de la fianza para hacer frente a las cuotas impagadas del alquiler, también para hacer frente a algunas facturas de servicios impagados. Por ese motivo, es fundamental que el contrato de alquiler esté perfectamente redactado para dejar constancia de lo que se puede hacer con la fianza en caso de impago. De igual manera, en algunos casos también se puede usar para hacer frente a posibles multas o sanciones provocadas por el inquilino.
Pero en muchas ocasiones, con la fianza no es suficiente como para hacer frente a las cuotas del alquiler impagadas. Para evitar problemas, se recomienda a los propietarios siempre alquilar con una garantía de alquiler. Si buscas información, en https://www.seag.es/precios-mejor-que-seguro-de-alquiler/ puedes ver todo lo que cubre el producto SEAG, el cual es mejor que un seguro de alquiler. No solo protegen contra el impago, también cubren hasta 3000 euros después de descontar la fianza. Eso demuestra que ofrecen una cantidad muy superior a la ofrecida por los seguros de alquiler.
Cada vez son más los propietarios que contratan el alquiler seguro para tener cubiertas las cuotas mensuales y disfrutar de muchos otros productos. Por una módica cuota mensual la protección es muy elevada. Si quieres alquilar, pero sin riesgos, esa opción es la que buscas.
Al finalizar el contrato, si el arrendador observa que el inmueble se encuentra en condiciones de insalubridad o extremadamente sucio, tiene el derecho de retener la fianza. Esto aplica a situaciones como la presencia de suciedad excesiva en superficies como paredes, suelos, ventanas o electrodomésticos, o la acumulación de restos de comida y basura.
También se considera el daño generado por la suciedad, que requiere limpieza profesional, como ocurre con manchas difíciles en alfombras o muebles. Aunque no se exige que el inquilino deje el lugar en un estado perfecto, sí se espera que la propiedad sea entregada en un nivel adecuado de higiene. Si el arrendador se ve obligado a contratar un servicio de limpieza para devolver la vivienda a su condición original, podrá utilizar el dinero de la fianza para cubrir los costos de dicho servicio.
Los contratos de arrendamiento suelen detallar de forma precisa si se permiten o no modificaciones en la propiedad. Estos acuerdos están diseñados para proteger tanto al inquilino como al arrendador, y es habitual que se especifiquen las condiciones en las que se pueden realizar cambios dentro del inmueble. En la mayoría de los casos, los propietarios prefieren mantener la propiedad tal como fue entregada, para evitar inconvenientes o gastos adicionales. Por ello, cualquier alteración que no se haya acordado previamente debe ser consultada con el propietario antes de llevarla a cabo.
Cuando un inquilino realiza cambios sin la autorización correspondiente, como pintar las paredes con colores diferentes a los pactados, instalar estanterías fijas o modificar sistemas de iluminación, el arrendador puede intervenir. Estos cambios no solo afectan la estética del inmueble, sino que pueden implicar un desgaste o daño que será necesario reparar al finalizar el contrato. De no haberse solicitado el permiso para tales modificaciones, el propietario tiene la facultad de exigir que se reviertan estos cambios, devolviendo el espacio a su estado original.
Como medida preventiva, muchos arrendadores optan por retener parte o la totalidad de la fianza para cubrir los gastos relacionados con la restauración del inmueble. Esta fianza puede usarse para reparar daños en las paredes, eliminar estanterías no autorizadas o restituir otros elementos que hayan sido alterados sin el consentimiento del propietario. De esta forma, se asegura que el espacio vuelva a su condición inicial y se protege el valor de la propiedad para futuros arrendamientos.
Sin lugar a dudas, es muy importante crear un contrato completo para tener la seguridad de que el mismo deja por escrito los motivos por los cuales se puede usar la fianza. Si tienes dudas, siempre puedes realizar el contrato de alquiler de la mano de un buen agente inmobiliario, de SEAG o incluso contratando a un buen abogado. Haciendo las cosas bien podrás evitar muchos dolores de cabeza en el futuro.